EL PROFETISMO

  1. Naturaleza del profetismo
  2. Los relatos de vocación profética (Amós. Isaías Jeremías, Ezequiel)
  3. Forma literaria y contenidos teológicos
3.1.: Naturaleza del profetismo
Hay dos maneras de estudiar a los profetas. Una insistiendo preferentemente en el mensaje individual de cada uno de ellos. Otra destacando el lugar que ocupan dentro de la dinámica evolutiva de la historia de la salvación. En este segundo plano es donde se descubre el auténtico significado del profetismo.
El mensaje profético representa el conjunto ideológico que más marcada huella ha dejado en los escritos bíblicos y, sobre todo, en la vida religiosa del pueblo de Israel. Hoy en día, la aplicación del método de la historia de las fuentes ha permitido dar por superada la tesis tradicional que entendía el profetismo a partir del Pentateuco.
El mensaje profético arranca del hecho de constatar la irrupción de una nueva y decisiva intervención de Dios tanto en la línea de juicio como en la de salvación. De ahí su preocupación de arrancar al pueblo de un patrimonio acomodaticio y estéril (Jer 8, 8). Israel ha fallado radicalmente frente a Yahvé. Por eso el castigo anunciado por los profetas adquiere un carácter de juicio terrible. Pero la novedad del mensaje de los profetas radica en que ahora el castigo no será ya el medio para reparar el orden anterior; el castigo actual implica una ruptura con los esquemas que habían sido tenidos como válidos anteriormente. Sólo la instauración de un orden totalmente nuevo hará posible la reconciliación con Yahvé. Se ha querido considerar como específico de la predicación profética una oposición a la religión cúltico-sacerdotal. No lo creemos, sino que es precisamente esta nueva visión de la ley lo que les ha movido a valorar la historia pasada desde nuevos esquemas y, concretamente, desde el esquema de la alianza. La inserción en la obra del Pentateuco de este tipo de teología de la alianza habría que atribuirla a elaboraciones posteriores.
De cara al problema escatológico, los profetas se encontraba con la gran tarea de re interpretar el clásico concepto de elección en función de las circunstancias histórico-salvíficas por las que atravesaba su pueblo. Así podemos constatar la gran evolución que va desde un mesianismo a bases de una sucesión imperecedera de Mesías, con un concepto muy delimitado de escatología (período inicial de la monarquía o mesianismo davídico) a una escatología sin Mesías en la época exílica o postexílica. El problema de la escatología y del mesianismo debe, pues, estudiarse desde el momento histórico de cada profeta. De esta manera podrá comprenderse lo que realmente representaba la esperanza mesiánica y escatológica para el pueblo de Israel y, especialmente, para el mensaje profético, ya que constituía el horizonte en el que encuadraba una irrupción del juicio decisivo de Dios.
3.1.1.: Vocabulario etimología
Prophetes significa “hablar en vez de” , “ser portavoz de” o también “hablar ante alguien”, “hablar en voz alta”. En el texto hebreo (TM) del AT se corresponde normalmente con la palabra nabí, pero también traduce a otros vocablos. Etimológicamente significaría “llamado”, “convocado” al consejo de Dios o para una vocación o misión concreta
3.1.2.: Esbozo histórico del término nebí
El término se hallaría sobre todo en textos de origen israelita (tradición elohista, proveniente del reino del Norte, E) y en textos exílicos (tradición deuteronomista o sacerdotal, D, P) .
Nebiim: grupos Proféticos
+ Antes de la monarquía unificada: Parece preponderar dentro del mundo profético el funcionamiento en grupo. En los libros de Samuel los nebiim se presentan como grupos ambulantes extáticos, como hombres que viven en grupo. Utilizan normalmente la música como medio para lograr el éxtasis. No pronuncian palabras inteligibles; no son importantes por su mensaje. Todo ello es más bien un fenómeno típico de los profetas de Baal; quizás por ello se les mira con desprecio en ciertos ambientes.
+ Durante la monarquía: Estos grupos perdurarán hasta después de la monarquía. Con grupos de éstos estuvieron relacionados Elías y Eliseo. Viven juntos y organizan la vida en torno a un maestro, a quien llaman “padre”. Se constituyeron en grupos conservadores a ultranza de la religión patriarcal y estaban inadaptados respecto a las costumbres cananeas. Quizá por ello lograron poco a poco una especial libertad de trato tanto con reyes como con plebeyos, y una cierta independencia social y económica. Estos grupos aparecen sobre todo en relación con Saúl o con Eliseo (israelitas) y geográficamente en la parte meridional del reino del Norte (territorio de Benjamín).
Nabí: profeta Es en la época monárquica cuando aparece la palabra en singular.
+ En la monarquía unificada: Gad y Natán son personajes que actúan solos y no en grupo. En este apartado podríamos citar también a Samuel aunque no suele aparecer en las listas de profetas. Entre sus funciones destaca el aspecto político de fundador de la monarquía (1 Sam 8,12), pero no era tampoco ajeno al culto. Se trata normalmente de personajes de corte, que sin embargo conservan una cierta distancia y libertad de palabra respecto a la persona del rey para aconsejarle y para reprenderle.
+ Durante la monarquía dividida: Es la época del llamado “profetismo clásico”. Son personas por medio de las cuales se puede consultar al Señor, pero no están sólo a disposición de los reyes, sino de cualquiera. No viven en la corte, pero influyen con sus oráculos; incluso ocasionalmente ungen reyes. Se ponen a disposición de todas las personas individuales.
+ Los profetas posteriores y el título de nabí: Es en esta época cuando aparecen esos personajes que denominamos propiamente “profetas”, de quienes conocemos colecciones de oráculos más o menos largos, recogidos en libros que llevan su nombre. En el caso de Amós, rechaza el título de nabí, aunque acepta el verbo “profetizar”. Oseas ciertamente pudo haber usado el título, pero lo único que nos consta es que son sus enemigos quienes le llaman nabí. A Isaías sólo se le llama nabí en las denominadas “leyendas de Isaías”. Jeremías es un siglo posterior a Isaías y ya cuenta en su haber con una vocación (Jr 1,5) y misión (19,14) de nabí. Por lo demás, en las narraciones es el título normal que recibe (31 veces). El se ve a sí mismo en la línea de la tradición profética (28,8) y no parece que se le plantee ningún problema en este punto. Más claro es el caso de Habacuc. Él es contemporáneo de Jeremías y por primera vez aparece el apelativo nabí en el título del libro. También Ezequiel, que es en parte contemporáneo de Jeremías se sabe nabí.

3.2.: Los relatos de vocación profética
Los relatos de vocación pueden ser narraciones biográficas o autobiográficas, si bien las primeras resultan “atípicas”. Estas narraciones ponen de manifiesto que la actividad profética no es mero capricho, sino fruto de un impulso superior.
Los relatos de vocación suelen datarse en un momento determinado de la vida del profeta, previo al comienzo de su misión, porque explican la misma. Con todo, bien sabemos que tales experiencias corresponden más a un proceso vital que a un punto de la historia. Suelen distinguirse las siguientes partes en un relato de vocación profética:
La manifestación divina expresa que Dios irrumpe en la vida del profeta.
La Palabra introductoria recoge el cariz personal de la comunicación establecida
En la vocación se recibe un encargo que se expresa en imperativo .
Siempre hay una objeción en los relatos de vocación; no se trata de falsa humildad, sino que expresa la libertad del enviado
Finalmente, la confirmación y el signo que la acompaña constituyen la respuesta de Dios a la objeción real, la confirmación vale sólo para el profeta y es importante la fórmula “Yo estoy contigo” que se repite en Gedeón, Moisés y Jeremías.
La Biblia contiene varios relatos de vocación, que se ha intentado agrupar dentro de un mismo género, Sin embargo, una lectura atenta revela varios tipos de vocación que sirven para describir ese encuentro íntimo entre el hombre y Dios que cambia la vida del llamado. Los cuatro tipos intentan traducir una experiencia única que ha dado un giro nuevo a la vida del llamado. En todos los casos la iniciativa es divina; la elección no depende de las cualidades del hombre; se trata de una llamada personal, por su nombre; implica una misión de servicio que pide una respuesta de fe; el futuro del hombre llamado se torna incierto.
  1. a) “Ve… “: Es el tipo más simple donde sólo hay orden de misión y ejecución de la orden. Son la de Abraham, Elías, Amós, Oseas y Jonás. Este género subraya el poder de Dios.
  2. b) “Si… pero“: Contiene elementos comunes: orden de misión, confirmación, y mandato. Se encuentra en Moisés, Gedeón, Jeremías y Ezequiel. Subraya la intimidad del hombre con Dios, ya que se presenta como un diálogo El hombre titubea pero no se acepta la objeción ya que no es elegido en función de sus virtudes sino para una misión divina.
  3. c) “Envíame… “: Sus elementos son: consejo divino, petición de un voluntario, alguien se ofrece y orden de misión. Se da en Miqueas, Isaías y Ezequiel. Subraya la trascendencia de Dios, que se presenta como rey. No hay miedo ni duda en el hombre.
  4. d) .. escucho”: Sólo se encuentra en el relato de Samuel. Se trata de una llamada por etapas. Sólo meditando y reflexionando alcanza a comprender esa misteriosa llamada.
3.2.1.: Amós 7, 15
La vocación de Amós no se narra directamente en el libro bíblico, si bien hay una referencia a ella en Am 7,15. Amós presenta una semejanza bastante notable con el “hombre de Dios” de Judá que, según ese texto, subió a Betel. Así, los dos son de Judá y hablan en Betel; ambos discuten directa o indirectamente con un rey llamado Jeroboán; en el ministerio de ambos tiene importancia el “comer pan”. Pero, a decir verdad, también las diferencias son notables .
3.2.2.: Isaías 6
Con una introducción histórica se inicia el relato de la vocación de Isaías, cuya primera característica consiste en ser presentada en el contexto de una visión, donde destaca la majestuosidad de Dios. La objeción que el profeta aduce acerca de su impureza pone en mayor relieve la santidad de Dios y su poder de purificación.
Se discute si se trata de un relato de vocación o de misión. La dificultad del capítulo se encuentra en los vv. 9-10 donde la obcecación del pueblo, provocada por el Señor, propone un problema teológico notable.
3.2.3.: Jeremías 1, 4-10
Se trata de un relato dominado por el signo de la palabra. La palabra es siempre más que un puro sonido con significado, es un “acontecimiento”. A Jeremías, la palabra le elige, le consagra y le nombre. Es pues una palabra de elección que precede a la existencia ya la historia; una palabra de consagración que le aparta, se adueña del profeta e identifica su hablar y hacer con los de Dios. Con ella arrancará y destruirá o edificará y plantará,
A esta Palabra se opone la palabra del hombre, la objeción que recoge toda la debilidad del instrumento. Resulta impresionante la respuesta que invita al profeta a apoyarse en la Palabra y en su presencia. El relato es impresionante de por sí, pero releído al final del libro, es dramático.
Esta relato de vocación no pertenece a la misma tradición que el de Isaías. No está enmarcado en una visión, ni se objeta impureza, ni su purificación necesita de intermediarios celestes. Aquí la palabra se dirige al mensajero humano directamente.
Tiene muchos puntos de contacto con la vocación de Moisés. Ambos coinciden en el encuentro personal y directo con el Señor; comunicación en forma de diálogo; presencia de la duda y la objeción; a las que el Señor responde con una promesa de asistencia personal y el anuncio de signos.
3.2.4.: Ezequiel,1-3,15
Se trata de un texto muy retocado por interpretes sucesivos del profeta, que han pretendido explicar aspectos misteriosos, relacionándolos con detalles del templo.
La osadía de haber comunicado su vocación en el marco de una visión de la gloria de Dios le costó muchos problemas posteriores con el judaísmo oficial. Ezequiel ha recibido su vocación profética y tiene que anunciar oráculos que causarán dolor (contenido del libro que come); se le anunció resistencia por parte del pueblo, no es extraño que quede abatido.
La sobriedad del relato nos recuerda que todo es iniciativa divina. Pero queda claro que Dios se manifiesta donde quiera, incluso en el destierro.
3.3.: Forma literaria y contenidos teológicos
3.3.1.: Formas de la predicación profética
Por la palabra: Los profetas ven su misión en proclamar la palabra de Yahvé y anunciar de esta forma la voluntad de Dios. La forma más frecuente de predicación por la palabra es el oráculo, en el cual, el profeta comunica de modo preciso y exigente la palabra que ha recibido y actúa como heraldo de Dios. En otros casos, se muestra como Predicador presentando sus exigencias con una autoridad absoluta que se funda en su experiencia personal de Dios. Junto a estas, se presentan las variadísimas manifestaciones literarias de origen sagrado o profano: debates ante un tribunal, cantos líricos, himnos cultuales, proverbios instructivos, etc.
Esta predicación es una palabra viva que luego fue fijada por escrito. Pero otras veces, por indicación de Dios, los profetas tomaron notas escritas sustituyendo la palabra hablada por Palabra escrita, destinada a ser leída en público.
Por los hechos: También figuran acciones simbólicas que son típicamente proféticas y que tienen como finalidad avivar la atención a la vez que subrayar la palabra hablada e incluso sustituirla. El estilo pobre de vida y el manto de crin son una protesta viviente contra la debilitación producida por la cultura cananea y el sincretismo que de ella se deriva. Ejemplo de acción simbólica es: Jeremías rompe la vasija de barro para simbolizar la próxima destrucción de Jerusalén.
3.3.2.: Contenido del mensaje profético
El presente: Los profetas son mensajeros y predicadores, por lo que su mensaje está necesariamente relacionado con una situación determinada y se dirige a un auditorio concreto, de un determinado tiempo y lugar. Por esto, el centro de su mensaje es el Dios presente en cada momento y nunca una idea abstracta de Dios. De esta presencia histórica de Dios se derivan los imperativos Proféticos: “¡Escuchad!” , “¡mirad!” , “¡buscad a Yahvé!”, y, ante todo, “¡arrepentíos!”. Del mensaje profético se espera una respuesta a los problemas concretos: aquí es donde se diferencia la palabra profética de la palabra sapiencial con sus máximas abstractas y teóricas.
El futuro: Lo que ha de venir (el juicio, la salvación y, sobre todo, Dios) es un elemento importante del mensaje profético. Sin embargo, hay que decir que incluso las predicciones proféticas cumple una función de actualidad ya que no son acontecimiento futuros por sí sino promesas y exigencias que van dirigidas a amonestar o consolar a las personas del presente.
Una segunda cualidad de la predicción profética del futuro es la falta de profundidad cronológica, lo que se llama perspectiva Profética. El profeta ve todo inmediato, se trata de una constante venida de Dios y la salvación y castigo futuros están ya a la puerta.
Esa visión comprimida y simplificada se explica por el hecho de que el anuncio profético del futuro no sólo está expresado en función del presente, sino que adopta las formas de lenguaje que le impone cada época y lugar, es decir, las imágenes y conceptos que en cada momento existen en Israel. Esta es la tercera propiedad. Ahora bien, estas imágenes pueden evolucionar, están abiertas; y por eso, son cada vez más profundizadas, espiritualizadas y puestas en relación con las etapas más lejanas de la salvación. La apocalíptica es un fruto tardío del profetismo.
El pasado: El profeta del AT tiene la vista puesta en el futuro, pero vive inmerso en la actualidad y esto hace que hable insistentemente del pasado. Sabe que el Israel en qué él está radicado tiene una historia tras de sí. Estas alusiones al pasado son los elementos que en la obra de Ezequiel servirán para la composición de impresionantes visiones de la historia cuya finalidad es poner de relieve la culpa histórica de Israel y la hora del juicio. El profeta es consciente de estar dentro de una larga historia en la que le corresponde una misión que consiste en defender a Israel contra toda contaminación. Toda la predicación profética está al servicio de esa misión centrada en la historia de la salvación.

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"Entiende para creer, cree para entender" (San Agustín, Sermón 43)