VIERNES SANTO.
CICLO A
14.04.2017
EL MISTERIO DEL DOLOR
INJUSTO Y SIN SENTIDO.
¡EL HIJO DE DIOS EN LA CRUZ! ¡LA BONDAD EN LA IGNOMINIA MÁS
GRANDE! ¡LA VIDA EN LA MUERTE! ¡QUIEN PASÓ HACIENDO EL BIEN, CURANDO Y DANDO
ESPERANZA, RECIBE COMO RETRIBUCIÓN LA MUERTE MÁS AFRENTOSA Y CRUEL!
La lógica y el sentido de la justicia se sienten
traicionadas, retorcidas. Estamos ante un Misterio de Absurdo y Maldad. Debemos
dejar fluir la queja y el dolor en el momento de pensar en este día, en estas
horas, en las que todo parece vuelto al revés, en un Sin Sentido sin salida ni
horizonte.
Sí. Es verdad. En este día, Dios se convirtió en Nadie. En
Peor-Que-Nadie. En el drama infinito de la Pasión Jesús es proclamado Rey. El
relato de San Juan le declara Rey hasta cinco veces. Una de forma
interrogativa, otras de modo declarativo.
Pero también , decisivamente, de una forma burlesca y degradante, que
viene a ser el último peldaño de un descenso infernal.
Vamos a recorrer ese camino. Los enemigos de Jesús, ya
predispuestos contra él, le condenan a muerte por blasfemia y maldad. El primer
absurdo da paso a una injusticia: llevado ante el gobernador romano, éste
reconoce su inocencia, y sin embargo acaba por condenarle a muerte. Una muerte
que se ejecuta.
Pero ahora viene por nuestra parte el intento de comprensión,
de asumir ese hecho luctuoso.
PRIMER PASO: RECONOCIMIENTO.
Todo este cúmulo de sinsentidos tiene un primer momento, una
primera brizna de luz. Ante este hecho, tenemos que asumir y reconocer. La
muerte injusta, el dolor injusto está ahí, de forma a veces atroz y
escandalosa. El Señor es acusado absurdamente, condenado injustamente, y
coronado como Anti-Rey con una corona de espinas, en la que se unen el dolor y
el intento de degradación: ¡eres un No Rey, una No Persona! Toda esa
experiencia está presente en los infiernos de los genocidios, en el sufrimiento
sin sentido de los refugiados de nuestros días, en la violencia ciega y
gratuita, en los lados oscuros de la existencia, en las situaciones
insoportables de personas con problemas de enfermedad, de desorientación de sus
seres queridos. Todos ellos forman parte de la magna familia del Dios de los
Crucificados.
SEGUNDO PASO: DIOS COMPARTE NUESTROS DOLORES.
¡El Dios de los Crucificados! Nuestro Dios es un Dios que
llora y sufre. Hace suyo el dolor, la angustia, la desesperación de quienes
comparten con Él la condición de víctimas de la vida, sea cual sea su condición
victimaria. Un Dios que no vive a costa de sus fieles, como los ídolos
antiguos, sino que se asocia, en la manera de vivir y morir, con las personas
más desventuradas, menos favorecidas, con negatividades en su vida. En la oscuridad de la noche, podemos
experimentar la sabiduría de su amor; lo percibimos como compañero de
sufrimiento, como el santamente asociado a nuestro viaje doloroso, y por ello
capaz de entendernos.
Es verdad. El Dios Infinitamente Feliz se hace uno de
nosotros, y guía nuestro paso por el dolor y el sinsentido. ¿No proclamamos un
absurdo? No. En absoluto. Sólo quien es capaz de ser verdaderamente feliz, sólo
quien es capaz de felicidad puede dolerse de los sufrimientos propios y ajenos.
Sólo siente el dolor del mundo, lo soporta, y lo reinterpreta quien tiene la
dicha de la verdadera esperanza.
TERCER PASO: DIOS DA SENTIDO A NUESTROS DOLORES.
Siente, soporta, reinterpreta…. En la liturgia de hoy hemos
rezado un bello pasaje de la Carta a los Romanos: Dios no reservó a su Hijo,
sino que lo entregó a la muerte por nosotros. Podemos entender mal este bello
pasaje. No es un Padre Infinitamente Exigente que entrega a su Hijo Más querido
a la muerte para “cobrarse la deuda” de tantos pecados de la humanidad. Es otra
la realidad: el hombre había escrito su Carta de Enemistad contra Dios, cuyo
fruto era la confusión, injusticia, el sinsentido, las victimaciones que hemos
encontrado y apreciado. El Padre Bueno propone y su Hijo acepta, la maravillosa
tarea de hacerse hombre, para, como hombre verdadero, reescribir la Carta de la
Enemistad, redactándola como la Carta del Amor y la Reconciliación del hombre
con Dios. Al aceptar la propuesta de su
Padre, el Hijo entra en un mundo dominado por la injusticia, el sinsentido y la
muerte. Acepta su condición humana y mortal, para cumplir su misión, su tarea.
Con sacrificio el hombre se acepta a sí mismo y encuentra su
sentido. Es verdad que nos cuesta ser víctimas; y víctimas injustas. Como al
propio Hijo de Dios en Getsemaní. No
temamos en expresar las palabras. Pero esos sacrificios dan vida y salvación.
CUARTO PASO: DIOS REINA Y NOS HACE REINAR SOBRE EL DOLOR Y EL
SINSENTIDO.
En todas las cruces del hombre, en todas sus tragedias
podemos encontrar a ese Dios de Jesús,
Tiernamente vulnerable, un Dios con
Riesgo en Primera Persona. Por esa
razón, el Evangelio de San Juan que leemos en este día muestra al Señor como un
Soberano. Como un Verdadero Rey, in vestido de Augusta, Digna y Sencilla
Majestad. También aquí, como ante la Carta a los Romanos, podemos equivocarnos.
No debemos pensar que Jesús no sufrió realmente, que su pasión y muerte fueron
una especie de juego a lo divino, como en los avataras del hinduismo, en los
que las sucesivas encarnaciones del Dios Vishnú no suponen sufrimiento ni
problemas para el dios. No. No había
teatro. El dolor y la muerte no habían perdido su aguijón. La lección es otra: el dolor y la muerte no
tienen la última palabra, porque Jesús los vive en una dinámica de servicio, de
entrega , de amor. Muestra que el amor es más fuerte que la muerte, incluso de
muertes tan absurdas, injustas, sinsentido, victimatorias. ¡SI! ¡SI! ¡SI!. EL
AMOR ES MAS FUERTE QUE LA MUERTE. Esta proclama es una luz abierta al
acontecimiento de Pascua.
EN ESE AMOR MÁS FUERTE QUE LA MUERTE ESTA DIOS IDENTIFICADO
CON TODOS LOS CRUCIFICADOS DE LA VIDA.
EN ESE AMOR MAS FUERTE QUE LA MUERTE ESTA DIOS DENUNCIANDO SERENAMENTE
Y SUPERANDO TODOS LOS ABSURDOS, INJUSTICIAS, SIN SENTIDOS,VICTIMACIONES.
EN ESE AMOR MÁS FUERTE QUE LA MUERTE ESTÁ DIOS PERDONANDO A LOS ABSURDOS, INJUSTOS, PERSONAS SIN SENTIDO Y VERDUGOS DE TODOS LOS TIEMPOS.
EN ESE AMOR MÁS FUERTE QUE LA MUERTE ESTÁ DIOS PERDONANDO A LOS ABSURDOS, INJUSTOS, PERSONAS SIN SENTIDO Y VERDUGOS DE TODOS LOS TIEMPOS.
HOY ES UN DIA PARA EL GRAN DOLOR. PERO TAMBIÉN PARA LA
APERTURA A UNA GRAN ESPERANZA PASCUAL.
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