CRISTO DE DESPIDE/PERMANECE PARA SIEMPRE.

SEXTODOMINGO DE PASCUA.
CICLO A
21.05.2017


CRISTO DE DESPIDE/PERMANECE PARA SIEMPRE.
ESTAMOS CONCLUYENDO EL TIEMPO PASCUAL. EL PRÓXIMO DOMINGO CELEBRAREMOS LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR. EL SEÑOR SE EMPIEZA A DESPEDIR DE LOS SUYOS, PUES VUELVE AL PADRE. DEJARÁ DE ESTAR “FÍSICAMENTE” –SI PODEMOS HABLAR ASÍ, REFIRIÉNDONOS AL RESUCITADO- CON ELLOS. PERO AL TIEMPO, PERMANECERÁ. PERMANECERÁ PARA SIEMPRE.
HAY, PUES, UNA DINÁMICA HERMOSA Y RICA:
¿CÓMO VIVIR ESA AUSENCIA/PRESENCIA?
¿CÓMO VIVIR UN RECUERDO QUE SE HAGA COMPAÑÍA VERDADERA Y PROFUNDA?
¿CÓMO RESPETAR UNA FIDELIDAD QUE SEA AL MISMO TIEMPO ACTUALIZACIÓN DE UNA PRESENCIA?
AUSENCIA/PRESENCIA, RECUERDO/COMPAÑÍA, FIDELIDAD Y ACTUALIZACIÓN. HABRÁ UNA BELLA ARMONIZACION DE FACETAS, EN UNA BELLA VIVENCIA DE FE. EL SEÑOR Y SU ESPÍRITU NOS GUIARÁN.

LA ARMONIZACIÓN GRACIAS AL AMOR.
El mundo dejará de verme dentro de poco; vosotros en cambio seguiréis viéndome porque yo vivo, y vosotros también viviréis… El que acepta mis preceptos y los pone en práctica, ese me ama de verdad… Porque si me amáis cumpliréis mis mandamientos.  El Señor nos soluciona ya esa aparente oposición entre ausencia/presencia, recuerdo/compañía, fidelidad actualización. La clave será amar. El amor le hará presente, acompañante, actual en nuestra vida, en nuestras vidas.
Sí. Es verdad. Ser cristiano, ser Amigo Íntimo de Cristo, no significa cumplir una serie de normas. Nuestra comunidad de hermanas en Cristo, nuestra Iglesia de hermanos de Jesús, no es un club cuyas reglas hay que cumplir puntualmente para pertenecer con seguridad y no ser expulsado. Nos hemos hecho amigos y seguidores del Señor porque hemos sido amados por Él. Ha sido su mirada de Amor la que nos ha llamado y constituido. Y el amor da la verdadera libertad, hace libres, y sobre todo, no pasa nunca.
¡Qué noble y bella esla propuesta del Señor! Basta con amar.  Yel propio proceso de amar nos hará al Señor felizmente presente, amigo y compañero, energía actual y operativa. Pero es preciso ser honrados, auténticos. Y preguntarnos:
¿CÓMO ES NUESTRO AMOR POR EL SEÑOR?
¿ES UN AMOR VERDADERAMENTE PERSONAL?
¿Le conocemos, y procuramos conocerle más y mejor?
Y SOBRE TODO, ¿ES UN AMOR EN PALABRAS Y OBRAS? ¿ES UN AMOR A TODA SU OBRA Y PERSONA?
¿Le amamos y por ello, actuamos consecuentemente? ¿O nuestro amor es de palabras y no de obras?
¿Nos identificamos con parte de su mensaje, pero descuidamos otra parte, que quizá no nos gusta, o nos cuesta?
ESTAS SON IMPORTANTES PIEDRAS DE TOQUE. No temamos plantearlas. Si las vivimos con autenticidad, serán en realidad fuentes de alegría.

AMADOS CON MAYÚSCULA, RESPONDEMOS CON UN AMOR QUE TAMBIÉN QUEREMOS PONER EN MAYÚSCULA.
No os dejaré huérfanos…Rogaré al Padre para que os envíe otro Defensor, que estará siempre con vosotros. Le conocéis porque vive con vosotros, y está en vosotros. Decíamos que amamos no porque esté estipulado en un código, sino porque hemos sido amados por Él. ¡Qué hermosa experiencia! ¡Hemos sido amados de un modo tan grande, tan libre, tan sin condiciones! Pero el amor es difusivo de sí mismo, decía San Agustín. Hemos sido amados con Mayúscula. Y allá en el fondo de nuestro corazón, brota la necesidad y el anhelo de corresponder a tal Amor, con un Amor Semejante. Si hemos sido amados con Mayúscula,  queremos devolver un amor que también queremos conjugar en Mayúsculas. HE SIDO AMADO/AMADA INFINITAMENTE, AMO INFINITAMENTE, AMARÉ INFINITAMENTE.  Dios nos ha hecho a su Imagen y Semejanza, y ha puesto en lo más íntimo de nuestro corazón, su Sello de Amor Eterno.
Ese Sello es el Espíritu Santo. Él es el Defensor prometido. El Espíritu nos defiende del desaliento; de la tentación de cerrarnos en nosotros mismos, de refugiarnos para no ser heridos. Nos hace Amar si pedir recompensa, y fiarlo todo a la voluntad santificada y santificadora.
San Agustín nos explica bellamente ese milagro, nos explica cómo será posible: La visión que nos da el Espíritu, es no conocer a Cristo según la carne… PONE LOS OJOS PURIFICADOS DE NUESTRA MENTE POR ENCIMA DE LA FORMA SERVIL, Y LOS SITÚA EN SU FORMA DIVINA (San Agustín, Sermón 143).  Y San Juan Crisóstomo abunda en esa idea: TRANSFORMA EL BARRO DEL HOMBRE, NO PERMITE QUE SUCUMBA A NADA TORPE O SUCIO, Y LE DA ALAS PARA VOLAR ALTISIMO Y AMAR.(Homilías  sobre el Evangelio de San Juan, 76-78)

El DEFENSOR NOS TRANSFORMA PARA AMAR Y VIVIR SIEMPRE CON CRISTO.
El Relato de los Hechos, que hemos escuchado en primer lugar, es una magnífica prueba del cumplimiento de ese bello programa de vida: El Espíritu no impone, no destruye. Guía a Felipe hacia los que hasta ahora eran vistos como alejados, como herejes, como enemigos: los samaritanos.  Felipe ama y el Espíritu le guía de tal modo que hace fecunda su misión.  Su  amor, es un amor acompañado del testimonio, que consigue reconciliar y sanar enemistades de siglos, como las que existían entre judíos y samaritanos.
Y, recíprocamente, El Espíritu de Jesús también acompaña a Felipe, se adelanta, y hace ver a los que le reciben, lo que no ven los que no le reciben: signos de amor y concordia, el sentido profundo del Evangelio, la paz y el amor universal que el Señor Jesús  vino a instituir y ahora se hacen plenamente verdaderos. La Segunda Lectura nos habla con emotivas palabras de una fe acompañada por el testimonio. El  Testimonio del Amor. Jesús está realmente aquí. Con nosotros.

ES VERDAD: JESUS NO SE HA IDO. ESTÁ CON NOSOTROS COMO CON FELIPE. NOS INVITA A CREER EN LAS MARAVILLAS DE SU AMOR.
ESTÁ PRESENTE. NOS ACOMPAÑA. Y ACTUALIZA UN AMOR QUE PUEDE VENCER TODAS LAS LEJANÍAS, COMO VENCIÓ LA DE LOS SAMARITANOS
ESTÁ PRESENTE. NOS ACOMPAÑA. Y ACTUALIZA UN AMOR QUE PUEDE GENERAR NUEVOS SIGNOS DE BELLEZA Y PAZ, COMO HIZO EN TIEMPO DE LOS APOSTOLES.
ESTÁ PRESENTE. NOS ACOMPAÑA. Y ACTUALIZA UN AMOR QUE HACE ABRAZAR LA BUENA NUEVA QUE ÉL PREDICÓ, Y SUS APÓSTOLES GUIADOS POR EL ESPÍRITU DIFUNDIERON.

ESTÁ PRESENTE. NOS ACOMPAÑA. Y ACTUALIZA UN AMOR QUE HARÁ AÚN MAYORES MARAVILLAS EN NUESTRAS VIDAS SI NOS ABRIMOS A ÉL PARA VIVIR UN AMOR CON MAYÚSCULAS, LLENO DE VERDAD.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

"Entiende para creer, cree para entender" (San Agustín, Sermón 43)