VIGILIA PASCUAL-DOMINGO DE
RESURRECCIÓN.
CICLO A
15-16.04.2017
VICTORIA DEL AMOR. ¡EL
AMOR ES MÁS FUERTE QUE LA MUERTE! LA NOCHE DE LA VIGILIA Y EL DIA DE LA
RESURRECCIÓN SON OCASIONES PARA CELEBRARLO:
¡SI! ¡SI! ¡SI! EL AMOR ES MAS FUERTE QUE LA MUERTE. Esta
proclama es una luz abierta al acontecimiento de Pascua.
Ayer concluíamos así la celebración de la Pasión del Señor.
La noche de hoy, y el día de mañana son las ocasiones para celebrarlo amplia y
gozosamente. ¡Qué dicha que el Señor haya triunfado, que sus promesas y
esperanzas se hayan cumplido! Merece la pena gustarlo y alegrarnos con él y en
él.
VIGILIA PASCUAL
¡Cuántas bellas noticias nos deja esta Noche Santísima de
Resurrección! ¡QUÉ HERMOSA NOCHE, LA MÁS HERMOSA, LLENA DEL TRIUNFO DEL AMOR
VERDADERO, DE LA INFINITA BONDAD DE UN DIOS QUE LLEVA A PLENITUD SUS SUEÑOS DE
FELICIDAD PARA EL HOMBRE, PARA SU AMADA CRIATURA EL HOMBRE!
El Cuerpo del hombre, formado del polvo de la tierra, ya
había recibido el aliento de Dios. Se había convertido en un ser vivo…. En un
Ser Vivo. Su vida no era, ciertamente, como la vida de las plantas, ni como la vida
de los animales. A ninguno de ellos Dios infundió su Soplo, su Espíritu. Sólo a
su Amada Criatura, Sólo a su Amado Hombre. Sólo a su Amado Hijo. Un Cuerpo
según el designio de Dios; proyectado para la Eternidad.
¡Qué hermosa historia, cuya consumación y consecución ahora,
revela toda su profunda belleza, su maravillosa grandeza, el Sello de Amor de
un Dios Amante y Fiel! El proyecto
divino sobre el hombre, manifestado desde los albores de la Creación, no sufrió alteración por parte de Dios. Eso es
lo que nos revelan todas las lecturas de la Noche de la Vigilia Pascual, en una
sucesión feliz. Sí. Es verdad: Dios fue preparando la historia para el momento
augusto en que el hombre se hiciese divino, Hijo Suyo; preparó todo, para que
el hombre pasase a una plena y feliz comunión con Él. Ni siquiera el pecado pudo cambiar y
desfigurar este maravilloso proyecto.
El punto quizá más acuciante,
el que más distancia ponía
entre El Padre Divino y el
Hombre, su Hijo querido, era precisamente la muerte, que apuntaba a la
sepultura como final definitivo. Hasta que el Más Bello Amanecer vio resurgir
la vida de un sepulcro humano. De él salió victorioso para siempre el Cuerpo
Humano Glorioso del Primero y Mejor de los Hombres.
Pero escuchemos la voz de Dios, en su bello resumen, que percibimos
en la Noche Santa de La Vigilia Pascual. Oigamos todo el proyecto de Dios desde el
principio, que culmina en el Más Bello Cumplimiento. Todo nos habla de Vida,
Fidelidad de Dios al Hombre, y por tanto Felicidad del Hombre en Dios.
Desde la oscuridad de la nada El Dios Creador sacó la Vida que llena la
Tierra. Vida era lo que Dios quiso crear, vida abundante y libreexenta de
atadura y frustración.
El hombre estaba llamado,
vocacionado, a vivir esa vida, esa felicidad… Tal fue, y siguió siendo el proyecto de Dios.
No quiso, en absoluto, la muerte en el
sacrificio de Isaac. Se lo devolvió vivo a Abraham, como un anticipo bellísimo
del Triunfo de la Vida, que experimentamos esta noche: el Poder del Padre libra
a Jesús, nuestro hermano y su Hijo de la corrupción de la muerte. Regaló así a
cada hombre, a cada hermano de su Hijo, el Espíritu de Vida. Con él, cada
hombre puede afrontar victorioso la muerte.
Al Pueblo de Israel, al Pueblo Amado
sometido a la sombra y a las cadenas de la No Vida, dio la libertad, y le
protegiódel Ángel de la Muerte, al que prohibióactuar, manteniendo la vida.
La visión de los sepulcros, del campo
de huesos inertes y secos, sin vida, era un símbolo de la no esperanza, de la
máxima frustración. Hasta que la Palabra y el Espíritu de Dios hicieron resurgir la vida, que triunfó para
siempre.
Así llegamos al bello relato de esta noche. María y la Magdalena buscan a Jesús
crucificado. El Jesús muerto y crucificado
lo llevamos nosotros, en nuestra carne y vida. Nosotros somos, hoy, el
sepulcro de Cristo en espera de Resurrección.
Vayamos con las dos Marías a las zonas de la muerte. Vayamos con
esperanza. No será un viaje inútil. Ayer dijimos que el Amor es más fuerte que
la muerte.
En ese viaje
experimentamos los terremotos, las venidas de los ángeles, las losas que
se corren. Son manifestaciones de Dios, de que la incomprensible, pero
maravillosa fuerza de Dios, es capaz de introducir la vida en los cuerpos humanos muertos. Pero también
en nuestras vidas rotas, en nuestras historias personales y comunitarias que tienen puntos de oscuridad
y ceguera. La victoria de Jesús, su triunfo sobre la muerte, ANUNCIA SU TRIUNFO
Y EL NUESTRO SOBRE CUALQUIER MUERTE QUE
NOS PUEDA AMENAZAR.
Es verdad. Dios ha cumplido su proyecto maravilloso. Contemplemos esta noche la gloria de Dios, su
Poder Amable e Infinito. No valen los sentidos, ni las razones humanas,
para analizar o valorar el poder de
Dios. De ahí la importante pregunta del ángel:
¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? Esta pregunta mueve a la reflexión. Insistir en el orden de
los sentidos, estimar y tal vez sobrevalorar el orden físico, colocan al hombre
ante un engaño, parecido a la mentira de la serpiente en el Paraíso: que Dios
no soporta la plenitud del hombre, la plena felicidad del hombre. Eso era
propio de los dioses paganos. De Zeus que no quiere entregar al hombre el fuego
civilizador, fuente de avances, y castiga a Prometeo, bienhechor del ser
humano. Pero el Dios de la Biblia que ha
hecho al hombre a su imagen y semejanza, lo quiere, con todo amor, verdadera
Imagen Suya, Realmente Semejante a Él en su Vida Imperecedera. Y en esta Noche
Santa nos ofrece toda su luz para iluminar plenamente nuestra fe.
DOMINGO DE RESURRECCIÓN
Hoy es un día de tranquilidad y alegría. De recapitular y
retomar todo lo vivido en la Noche Santa que acaba de pasar. De repasar, recordar, revivir con las Marías,
con Pedro y Juan todo lo acontecido.
¡Qué hermosas experiencias han vivido los amigos íntimos del
Señor! Sólo ellos podían garantizar su
autenticidad. Ellos conocían bien al Jesús que había sufrido y muerto en la cruz. Ellos
podían identificar al Resucitado con el mismo Jesús que había multiplicado los
panes, curado a Bartimeo, levantado de la muerte al hijo de la viuda de Naín, a
Lázaro, al que había proclamado las Bienaventuranzas en la Montaña, al que se
había transfigurado en el Tabor.
Él es el mismo que les había vaticinado su Pasión, el mismo
que había sido ultrajado ante sus ojos, muerto en la cruz. Él ha vencido la prueba de la muerte, y se
presenta radiante de vida. Él ha vuelto. Todo lo que Él era vuelve a ser de
veras. La resurrección del Señor, bella experiencia de los que le vieron y
reconocieron, y le identificaron como
aquel que ellos habían visto y conocido antes de la pasión y muerte, garantiza
plenamente su fe. Y también la nuestra.
Aquel Jesús con el que
ellos compartieron la vida mortal, ahora comparte con ellos la Vida
Eterna. La ha recuperado con su resurrección gloriosa, después de
haber cumplido la voluntad de su Padre, de amar y entregar su vida. Esta
experiencia les embarga y transforma totalmente. Ahora
saben que la muerte no es el final de la vida humana. Ellos han experimentado y viven la realidad de Jesús, verdadero hombre, con
esa nueva dimensión de la Resurrección.
Como hermanos y amigos de Jesús, como compañeros de los
apóstoles y las santas mujeres, podemos aportar palabras nuevas a esta fiesta
serena y tranquila. Palabras nacidas de las sombras y luces de nuestro tiempo.
El famoso teólogo ortodoxo Olivier Clement, que se convirtió al cristianismo a
los 27 años, expresó la tristeza de su infancia hablando de la oscuridad de un
mundo sin Dios. Y desde la fe recuperada, expresó la belleza de la una
existencia apoyada en la resurrección: si la historia humana no se nutre de
eternidad, se reduce, y desciende a simple
zoología.
Es verdad: la grandeza de la fe y nuestra
responsabilidad radica en la conciencia de la el sufrimiento y el aparente fracaso
forman parte de una historia con sus luchas y problemas, pero en los que la
victoria está plenamente garantizada.
Por eso ellos y nosotros escuchamos la invitación que el
Resucitado, por medio de los ángeles, nos hace
de encontrarnos en Galilea. De dirigirnos a Galilea. La vida prosaica de cada día, a partir de
ahora debe ser una vida iluminada,
fortalecida por la presencia luminosa y grande de nuestro amigo, de
nuestro Señor. Es cierto, y debemos recordarlo:
En Galilea se escuchó por primera vez
y en toda su pureza, la Buena Nueva. Amaneció serena y maravillosamente la Luz
del Evangelio. La Resurrección del Señor “resucita” también nuestro corazón
para escuchar y entender mejor. Nos
confiere un corazón nuevo, renovado, sencillo y más abierto, para escuchar y
aceptar plenamente la novedad y grandeza de la Buena Noticia, de las
Bienaventuranzas.
En Galilea se fue gestando la comunidad de
Jesús. Sus seguidores de entonces acogieron al Señor que lo llenó todo y
revitalizó su compromiso de vivir acogiendo, perdonando curando, despertando la
confianza en el amor grande, gratuito y salvador de Dios.
Sus seguidores de ahora tenemos que
acoger igualmente al Señor, dejarnos llenar por Él, y vivir plenamente la
acogida, el perdón, la capacidad de
curar y de despertar la confianza en el amor de Dios.
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